27 February 2013
Global Seminars & Invited Speaker Series
STATELY AND PALATIAL ARCHITECTURE OF PAMPLONA
Pamplona's urban development during the Ancient Regime
Ms. Pilar Andueza Unanua.
Chairof Navarrese Heritage and Art
The urban planning of Pamplona is a part of our heritage that is fairly well known thanks to the programs of study and publications that have been made continuously since the second half of the twentieth century to the present day.
The original nucleus of Pamplona was the Navarrería, developed over the Roman city, which in turn had settled over an indigenous population. It was organized around a main street (today's Curia Street) and its nerve center was the cathedral. At the western end of this neighborhood was the royal palace, erected by Sancho the Wise at the end of the 12th century. At the eastern end was the Jewish quarter with its synagogue. Its territorial domains were owned by the bishop and its population, basically farmers, was subject to the jurisdiction and taxes of the Pamplona mitre.
development The Camino de Santiago gave a new impulse to the urban development of Pamplona, thanks to the arrival of new people, who settled outside Navarrería, forming new neighborhoods, which came to coincide with the work of repopulation sponsored by Bishop Pedro de Roda. The first neighborhood to emerge in this expansion process was the Burgo de San Cernin around 1090. It was created on an esplanade to the west of the Navarrería, and it was there that the free people settled, dedicated to mercantile and artisan trades, forming a thriving bourgeoisie. Alfonso the Battler recognized it legally and endowed its people with a series of rights and prerogatives through the concession of regional law of Jaca in 1129. Urbanistically, it developed a regular, symmetrical, hexagonal structure, crossed from east to west by the Rúa Mayor de los Cambios, today's Main Street, surrounded by a defensive system whose imposing towers included the parishes of San Saturnino and San Lorenzo, which also guarded the most important gates.
Almost at the same time, around 1100, in the southwest area, another neighborhood began its development, the Población de San Nicolás, structured along the Rúa Mayor de las Tiendas, now Zapatería Street. It responded urbanistically to a rectangular plan like the French bastides and was also protected by a walled enclosure in which again the parish of San Nicolás played a fundamental role and contributed to its defense. Its population was heterogeneous, with Franks and Navarrese peasants.
Remains of a medieval wall in the current place of San Francisco.
These three nuclei, independent of each other and with their own authorities, experienced constant clashes due to their legal, economic, social and ethnic differences. They were also physically separated both by a deep moat located between the burgh of San Cernin and the town, and by a large barren space, no man's land, between them and Navarrería, which ran on a steep slope from the current place del Castillo to the river Arga. It was called Chapitel. Closing this space in the southern part was the monastery of Santiago of the Dominican fathers, installed in the first half of the thirteenth century. Outside the three neighborhoods and near the door of San Lorenzo were located the Mercedarios and the Franciscans. Further away, on the other side of the Arga, were the Poor Clares and the Augustinians.
In the evolution of Pamplona's urban planning, the figure of Carlos III was decisive, since in 1423 he promulgated the Privilege of the Union, putting an end to the fratricidal conflicts between those burghs and forming a new municipal entity with their legal union, which would eventually lead to the progressive destruction of the walls separating the burghs, which were already meaningless. The noble king also ordered the construction of the Casa de la Jurería, where the aldermen and the mayor were to meet quotation , indicating its location in that no man's land, in front of the Galea tower, where the town hall now stands.
The urban nuclei of Pamplona around 1360-1423
Atlas de Navarra, Caja de Ahorros de Navarra, 1977, p. 28.
La conquista de Navarra por parte de Fernando el Católico y la anexión del viejo reino a la corona castellana tuvo inmediatas consecuencias en el urbanismo pamplonés. La nueva situación política convirtió a la ciudad en un lugar estratégico para la monarquía hispánica, lo que requirió convertir la capital navarra en plaza fuerte frente al enemigo francés. Para ello el monarca ordenó la construcción de un castillo sobre el solar del actual Palacio de Navarra, lo que obligó a los dominicos a buscar una nueva ubicación para su monasterio, que hallaron detrás de la Casa de la Jurería. Las obras de la nueva fortaleza y su foso dieron inicio en 1513 siguiendo los planos de Pedro Malpaso. Por su parte Carlos V, y tras las negativas experiencias defensivas de 1521, se dedicó a reforzar el recinto amurallado medieval con la construcción de bastiones triangulares o baluartes como nueva modalidad defensiva donde ubicar las piezas de artillería. Sin embargo, Felipe II juzgó aquellas actuaciones insuficientes y en su afán por reforzar el papel de plaza fuerte, decidió levantar una nueva fortaleza, de acuerdo con las nuevas teorías militares. Eligió para ello al ingeniero italiano Giacomo Palear, que diseñó una ciudadela de planta pentagonal, de acuerdo con los principios renacentistas. Su ubicación, alejada del núcleo urbano existente, exigió erigir nuevos lienzos de muralla para enlazar la nueva fortaleza con el recinto ya existente, lo que supuso un gran ampliación espacial intramural, dando lugar a la Taconera.
Pero a lo largo del siglo XVI la ciudad vivió también otras transformaciones que vinieron marcadas por la construcción del Hospital General de Nuestra Señora de la Misericordia y la entrada dentro del recinto amurallado de los franciscanos, mercedarios y antonianos, que levantaron grandes complejos conventuales. Por su parte otras órdenes llegaron por primera vez a la ciudad como las carmelitas descalzas que se ubicaron sobre el solar del castillo de Fernando el Católico, ya abandonado, y los jesuitas, que se instalaron en la calle del Condestable viejo donde levantaron el colegio de la Anunciata. Urbanísticamente, a partir de 1582 se generó la calle Nueva sobre el foso que había separado durante siglos los burgos de San Cernin y San Nicolás, actuación a la que precedió la construcción en las cercanías de las Audiencias Reales. Dentro de la arquitectura doméstica los condestables del reino, condes de Lerín, levantaron un monumental edificio en la calle Mayor.
Durante XVII siguió afianzándose la ciudadela y el sistema defensivo, pero al carácter de plaza fuerte, Pamplona sumó una nueva impronta, la de ciudad conventual, tan típica del urbanismo hispánico de aquellos tiempos, que ya había arrancado en la centuria anterior. La construcción de los conventos de agustinas recoletas y carmelitas descalzos tuvo una gran repercusión urbanística, especialmente el primero, pues a la llegada de las modas arquitectónicas madrileñas se unió la configuración de un plaza delante del cenobio, respondiendo a la política urbanística regularizadora de los Austrias. Muy cerca de esta zona, se instalaron las dominicas, completándose las construcciones religiosas de este siglo con la basílica de San Ignacio, merced al dinero enviado por los jesuitas desde el Perú. Ya fuera del cinturón pétreo se ubicaron los trinitarios y los capuchinos.
El siglo XVIII fue un periodo de vital importancia para Pamplona. Durante la primera mitad de aquella centuria, extendida hasta los años sesenta, y bajo el concepto barroco de embellecimiento, se configuró definitivamente su urbanismo, con espacios tan sobresalientes como la plaza del Castillo que, aunque no respondió a un plan previo, tenía las mismas funciones sociales que las plazas mayores. Estaba dotada como éstas de soportales y de grandes balconadas que servían como auténticos palcos desde donde seguir todos los festejos barrocos que allí se desarrollaban, especialmente los toros. Paralelamente se vivió una auténtica fiebre constructiva que afectó a la arquitectura religiosa (capillas de San Fermín y la Virgen del Camino), pero sobre todo a la arquitectura civil en sus dos vertientes, pública y privada. A los nuevos edificios oficiales y representativos, como la Casa consistorial o el Palacio episcopal, se unió una renovación de prácticamente todo el caserío, destacando en él un importante conjunto de edificios señoriales, erigidos por las élites económicas y sociales de la ciudad.
Este proceso de transformación, se completó, aunque ya bajo postulados ilustrados, a partir de los años sesenta con la dotación de infraestructuras urbanas: supresión de aguas residuales (1768-1772), traída de aguas a la ciudad (1783), numeración y rotulación de casas y calles y alumbrado público, a lo que se unió la redacción de nuevas ordenanzas de limpieza (1772) y de edificios (1786). La última gran actuación urbanística de la centuria correspondió a la nueva fachada de la catedral asociada a la construcción de un hermoso y amplio atrio y a la casa prioral, todo ello de la mano de Ventura Rodríguez.
The house of the Aoiz de Zuza family on Chapitela Street is a faithful reflection of the domestic architecture of Pamplona during the 18th century.