16 November 2012
Course
HISPANIC AMERICAN ART IN NAVARRA
New Spanish painting in Navarre. Considerations on its donors
D. Ricardo Fernández Gracia.
Chair of Navarrese Heritage and Art
Capítulo muy interesante dentro de la pintura de los siglos del Barroco en Navarra lo constituye el bloque de cuadros llegados desde Nueva España. La mayor parte de ellos los conocemos por el Catálogo Monumental de Navarra y fueron recogidos en la monografía sobre Arte Virreinal en Navarra (Pamplona, 1992). El trabajo de investigación del prof. Echeverría Goñi sobre los legados de indianos en la Comunidad Foral (Príncipe de Viana, 1991) aportó datos inéditos sobre algunos de aquellos lienzos. Al catálogo de obra conocida se han ido sumando otras que han figurado en exposiciones los últimos año otras, generalmente de propiedad particular, como ocurrió con los cobres de la de Juan de Goyeneche (Madrid-Pamplona, 2005-2006) o en la de San Saturnino (Pamplona, 2011).
Pese al número de obras localizadas o documentadas en distintas localidades –Estella, Viana, Morentin, Aberin, Muniain de la Solana, Pamplona, Arre, Lecumberri, Villafranca, Corella, Viana, Tudela, Puente la Reina, Zúñiga, Tafalla y varias localidades del Valle de Baztán- e incluso de firmas en los cuadros -Juan Salguero, Juan Correa, Juan Rodríguez Juárez, Antonio de Torres, Francisco Antonio Vallejo, José Alzíbar o José Páez-, la mayor parte de ellas se encuentra sin noticias del porqué llegaron a sus destinos y acerca de las personas que realizaron la donación.
A través de la consulta de varios archivos parroquiales, conventuales, de protocolos notariales, el General de Navarra, el Diocesano de Pamplona y el Histórico Nacional, hemos podido encontrar las noticias precisas que nos sitúan ante nombres concretos de donantes en la gran mayoría de los casos, quedando apenas media docena sin poder documentar o filiar con personas determinadas todo lo referente a la realización de los lienzos.
Metodológicamente todo este proceso de documentación resulta bastante complicado. Por una parte, los inventarios no son lo suficientemente explícitos en cuanto a donantes, la correspondencia tampoco abunda y los nombres que buscamos no se suelen recoger en los libros de cuentas de la institución que los recibía, puesto que los portes corrían a cargo de los donantes, sus familiares o sus apoderados. Por otra, algunos cuadros no tuvieron como destino el lugar en el que actualmente se encuentran, como la Guadalupana firmada por Juan Salguero del convento de Concepcionistas Recoletas de Estella, a donde llegó desde el monasterio de Ágreda, de donde venían sus fundadoras en 1731, siendo una de las pinturas con las que había llegado a la localidad soriana, en 1663, de la mano de Francisca Ruiz de Valdivieso, la religiosa que más obras artísticas llevó al convento, cuando regresó de México en donde había pertenecido al servicio del virrey duque de Alburquerque.
Por su número destacan las representaciones de la Virgen de Guadalupe, bien sola o con las cuatro escenas de las apariciones, dándose la circunstancia que, en varias ocasiones, estas últimas se han recortado para incorporarlas a un banco de un retablo o a otro lugar. Quizás la pintura de la Virgen de Guadalupe, de cuantas llegaron a Navarra, que mayor culto tuvo fue la que presidió su retablo en la antigua iglesia del Colegio de los Jesuitas de Pamplona, todo ello costeado por don Agustín de Echeverz y su esposa, celebrando por primera vez su fiesta en 1690, el tercer domingo de septiembre. En aquel año hizo el retablo Rafael Díaz de Jáuregui y se le dotó de cortinas para presentar la escenificación de la pintura adecuadamente. Para la fiesta popular se echaron buscapiés, voladores y comportillas y se tocaron chirimías. En lo sucesivo, los sucesores de don Agustín, los marqueses de San Miguel de Aguayo, costearon en años sucesivos su novena y fiesta con la capilla de música de la catedral. Al ser expulsados los Jesuitas, la fiesta y la pintura pasaron a la parroquia de San Lorenzo en donde la familia tenía su enterramiento. Actualmente, el mosaico de la Virgen de Guadalupe del retablo mayor de la citada parroquia no hace sino recordar el culto que a lo largo del siglo XIX aún poseía la Virgen de Guadalupe en el templo. La pintura original de fines del siglo XVII la hemos podido localizar, si bien se encuentra muy repintada.
También llama la atención el conjunto de tres lienzos con el tema de la Trinidad antropomorfa que remitió desde la capital novohispana el puentesino don Miguel Francisco Gambarte con destino a las parroquias de Puente la Reina y el convento de Santa Clara de Estella, en donde tenía una sobrina religiosa a la que dotó y envió otros presentes como un copón de plata sobredorada que se conserva y una custodia, desaparecida, con la imagen de anta Clara en el astil.
Los retratos también los encontramos, destacando el del citado Gambarte, el del arzobispo de México, natural de Viana, don José Pérez de Lanciego y el del obispo de Michoacán y benefactor de la iglesia de su localidad natal de Azpilicueta, don Martín de Elizacoechea. El primero y el tercero aún lucen en el lugar en que fueron colgados en el momento en que llegaron.
Con destino a sus casas, los indianos trajeron conjuntos de pequeños cobres con temática devocional -tanto de España como de aquellas tierras-, destacando algunos como el de la Virgen del Camino, firmado por Nicolás Enríquez en México en 1773 en el que se copia literalmente un grabado de la Virgen del Camino con San Fermín y San Saturnino fechado en 1721 que en una de sus tiradas dieciochescas habría llegado a su poseedor don Juan Bautista Echeverría y lo impuso al artista como modelo.
Los donantes se pueden clasificar por su status social, encontrando obispos como los anteriormente nombrados, militares de distinta graduación, comerciantes y frailes, generalmente franciscanos.
Our Lady of Remedies. Juan Correa. Circa 1700. Parish Church of San Pedro de la Rúa (Estella)
Our Lady of Guadalupe. Juan Correa.
Gifted to the Community of MM. Recoletas of Pamplona by Miguel de Ostíbar, chaplain between 1677 and 1731.