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May 6

lecture
GREAT WORKS OF UNIVERSAL ART IN THE HERITAGE OF NAVARRE (I)

Orazio Borgianni. A young Roman painter seeking his fortune in the Spain of Philip III and his work in Navarre and Castile.

D. Antonio Vannugli
University for Stranieri of Perugia

 

No conocemos las circunstancias que motivaron la decisión de Orazio Borgianni de trasladarse a España. El pintor se había formado en su ciudad natal según las costumbres del aprendizaje manierista, es decir, a través del estudio y el dibujo de arquitecturas, estatuas y relieves del arte clásico y de los grandes maestros del Renacimiento, a comenzar por Rafael y su escuela. A la hora de su llegada a España la cultura artística de Borgianni contaba también con un profundo conocimiento de la pintura emiliana, de Leonardo y de los venecianos Tiziano y Bassano.

Cuando Borgianni alcanzó la edad adulta, la imponente producción artística en la Roma del papa Clemente VIII hervía aún más en la inminencia del Jubileo de 1600. Sin embargo, nunca Orazio resulta haber sido involucrado en alguna comisión pública: lo que nos hace pensar que a la hora de tomar el camino de España el joven artista, por falta evidente tanto de protectores como de consagrados maestros dispuestos a sostener su carrera, no debió dejar muchas ocasiones en su patria.

Por otro lado, seguramente no le hubiera faltado a Borgianni la ocasión de escuchar los relatos de los colegas que habían estado con mayor o menor fortuna en la corte de Felipe II, en primer lugar el propio fundador de la Academia, Federico Zuccari, y posiblemente su hermanastro el arquitecto y escultor Giulio Lassi, quien pudo pasar por Roma antes de regresar en 1597 a Mesina, donde ya aparece documentado cuatro años antes. En efecto, en 1594 Lassi había ofrecido su obra al rey en la corte de Madrid, para ser enviado a Bretaña como ingeniero militar en la campaña contra el todavía herético rey Enrique IV. Asimismo, a Roma debían de llegar a menudo los cuentos, a veces fabulosos como en la historia de cualquier emigración, del éxito encontrado por los numerosos pintores que en la segunda mitad del siglo XVI habían decidido abandonar Italia para asentarse en la rica España, muchos de ellos llevando consigo carpetas llenas de grabados y copias dibujadas de las más afamadas imágenes del Renacimiento para proponer al nuevo público, reproducir y variar sin límites.

En 1598, varias fueron las circunstancias que pudieron favorecer la decisión de Borgianni: la muerte de Felipe II; el matrimonio que Margarita de Austria, antes de proseguir su viaje hacia España, contrajo por poderes con el nuevo rey Felipe III en Ferrara; y en 1600, la salida para España del cardenal Ascanio Colonna y su nombramiento como virrey de Aragón el año siguiente.

Sea como fuere, Borgianni está documentado en Pamplona a comienzos de 1601, en Zaragoza a finales de 1602, en Valladolid en febrero de 1603, y finalmente en Madrid y Toledo desde el verano de 1603 hasta enero de 1605. En Madrid, Orazio tomó parte en junio de 1603 en la fundación de la primera academia de pintores. Sabemos, además, que durante su estancia en España se casó, para enviudar no mucho tiempo después. Tal vez el luto personal, junto con la desilusión por no haber encontrado la satisfacción y la fortuna que el artista esperaba y la noticia de la muerte de Clemente VIII en marzo de 1605, le hicieran madurar la decisión de regresar a su patria, adonde ya resulta haber vuelto en junio de 1606. Esta vez, gracias a su compromiso en la vida académica y a las estrictas relaciones de amistad que supo estrechar con la “Roma española”, Borgianni logró alcanzar un considerable éxito profesional, atestiguado por el retrato que le dibujó en 1614 Ottavio Leoni.

Los varios encargos con destino a España que Orazio recibió durante su última década de vida por un lado, y la procedencia desconocida de casi todas ellas por otro, impiden establecer por vía documentaria, salvo en pocos casos, cuáles de sus obras que en la actualidad se encuentran en la península fueron pintadas aquí. A este efecto sólo nos queda, pues, intentar una reconstrucción de la evolución de su estilo.

Hasta hace no muchos años, se encontraba en Pamplona uno de los primeros números del catálogo de Orazio Borgianni: se trata del San Jerónimo de la colección Buendía, proveniente de la desamortización de un monasterio de Carrión de los Condes. La composición es una variación de un célebre lienzo de altar que el artista toscano Giovanni de’ Vecchi había pintado poco antes en Santa María en Aracoeli en Roma. El lienzo de de’ Vecchi tuvo un notable éxito en España, como atestiguan dos copias pertenecientes al Patrimonio Nacional. Los aspectos visionarios del arte de Borgianni se acentúan en el lírico Descanso en la huida a Egipto del Museo Provincial de Jaén y en la primera de sus tres obras hoy presentes en Navarra, La batalla de Clavijo del Museo de Capuchinos de Sangüesa, depósito de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. La iconografía típicamente hispánica del lienzo de Sangüesa no sería en sí suficiente para determinar su ejecución en España: lo mismo vale para el boceto de la composición, una pequeño lienzo que apareció en Madrid en una subasta de 1972. Hay que observar, además, que el principal modelo compositivo que tuvo en mente Borgianni fue una pintura romana, la misma batalla que un discípulo de Rafael, Pellegrino de Módena, había representado al fresco hacia 1523 en la iglesia de Santiago de los Españoles.


The Battle of Clavijo, by Orazio Borgianni

The battle of Clavijo, by Orazio Borgianni
Museum of the Capuchins of Sangüesa


A style similar to this last painting shows two other paintings, both assignable to the extreme phase of Borgianni's Spanish stay. The first is the figure of a Dominican saint, perhaps Saint Dominic, who long ago belonged to the Díaz Cordobés collection in Madrid; the second represents the Hispanic iconography of the Christ of Patience, that is, the figure of Christ, already crowned with thorns, seated with his feet on the cross. In this canvas of intense religious meditation, which expresses the anguish of Jesus before the imminent Passion, the naked body of the Savior, illuminated from the front, stands out against an almost totally dark background. Borgianni's Christ of Patience has been kept in the convent of Augustinian Recollect Nuns of Pamplona since its foundation in 1634, under the patronage of Don Juan de Ciriza, Marquis of Montejaso, in Italy.
 

Christ of Patience, by Orazio Borgianni

Christ of the Patience, by Orazio Borgianni
Convent of Augustinian Recollect Nuns of Pamplona


Undoubtedly later is the third and last painting by Borgianni that can currently be admired in Navarre. It is the visionary and tremendous Martyrdom of Saint Lawrence from the Museum of the Collegiate Church of Roncesvalles, donated in 1827 by Nicolás Ambrosio de Garro y Arizcun, Marquis of Las Hormazas, Minister of Finance of Charles IV of Bourbon. In this composition, dated around 1612, the artist reworks with a feverish inventiveness motifs from the three versions of topic composed by Titian, adding classical elements such as the menacing statue of Jupiter seated on the eagle's horse and the huge Corinthian capital, according to a style in which the memories of Bassano's art are updated through early Roman naturalism. The Martyrdom of St. Lawrence was originally part of the collection of the Aragonese Juan de Lezcano, secretary staff of Ambassador Castro in Rome and a very good friend of Borgianni. In 1634, both paintings were bought in Naples by the Viceroy Count of Monterrey, who took them with him to Madrid on his return to Spain.


Martyrdom of St. Lawrence, by Orazio Borgianni

Martyrdom of St. Lawrence, by Orazio Borgianni
Museum of the collegiate church of Roncesvalles