aula_abierta_pieza_del_mes_2008_noviembre

The piece of the month of November 2008

KIOSK DESIGNS FOR THE TACONERA GARDENS IN PAMPLONA.

Miguel Cía, May 31, 1871. file Municipal de Pamplona. Municipal Works.
Year 1871. project and designs of the Kiosk in the Taconera Gardens.

José Javier Azanza López
José Luis Molins Mugueta

 

La creación en Pamplona en 1869 de la Dirección de Arbolado y Jardines, siguiendo la línea emprendida por otros municipios de España, significó un importante desarrollo del paisajismo y jardinería en la capital navarra. A partir de sus conocimientos y experiencia, los directores de Arbolado y Jardines trataron de actualizar los espacios verdes de Pamplona conforme a las corrientes del paisajismo vigentes en aquel momento, sucediéndose así en el último tercio del siglo XIX los proyectos basados en el jardín paisajista o jardín inglés.

Frente a la racionalidad y estricta geometría del jardín francés auspiciado por el arquitecto y paisajista parisino André Le Notre, el jardín inglés responde a un nuevo ideal estético basado en la imitación de las formas naturales aprovechando las características del terreno. De esta manera, los parterres y terrazas se transforman en suaves ondulaciones de colinas y praderas con vegetación y árboles de distribución irregular, y los caminos y calzadas abandonan las grandes avenidas rectilíneas para mostrar un trazado sinuoso. El paisajista inglés entiende la obra de jardinería como una pintura natural de inspiración romántica, una “composición escénica” pensada para el paseo y la reflexión, en la que no debe faltar un elemento como el agua en cascadas, lagos y estanques con un puente y un muelle o embarcadero. Se deben incluir igualmente grutas y falsas ruinas medievales; y también se generalizó la presencia de construcciones, bien de inspiración clásica en templetes y pabellones en forma de templo romano, bien exótica y oriental a modo de pagodas y pabellones chinos.

Desde Inglaterra, el jardín paisajista pasó a Francia, y de aquí a España, donde se desarrolló de una manera tardía en comparación con otros países europeos. Esta influencia de los “jardines informales”, como los define Antonio Ponz, también llegó a Pamplona, de manera que diversos proyectos abogaron por transformar espacios como la Taconera o la Plaza del Castillo en un jardín inglés. En el caso de la Taconera, destacan los de los directores y encargados de Arbolado y Jardines Alberto Salinas (1870), Rafael Zala (1889) y Rafael Albístur (1900). Todos ellos ofrecen varios puntos en común: parten de la necesidad de transformar este espacio de la ciudad, dado su carácter anticuado; conforme a la moda que se ha desarrollado en el resto de Europa, rechazan el jardín francés y abogan por el modelo inglés; pero al mismo tiempo, son conscientes de la imposibilidad de llevar a la práctica sus propuestas, debido a las limitaciones que presenta una ciudad como Pamplona y más en concreto una superficie tan reducida como la Taconera, pues el jardín paisajista por su propia naturaleza y por los elementos que lo integran necesita espacios amplios y abiertos. Nos encontramos así ante “jardines de papel” que forman parte de esa “Pamplona soñada” que no llegó a hacerse realidad, pero no por ello carecen de interés.

Los distintos proyectos que abogaban por transformar la Taconera en un jardín inglés incluían elementos singulares que le otorgaban ese carácter específico. Así por ejemplo, en 1870, a raíz de la propuesta de Alberto Salinas, el constructor de obras rústicas y adornista de jardines y paseos públicos Mateo Bergez, aprovechaba su estancia en Pamplona para proponer al Ayuntamiento la construcción de adornos tales como cascadas, grutas, fuentes rústicas y estanques, además de otros elementos como canastillas y alambradas para los macizos de flores. Y en este mismo contexto debe entenderse el encargo municipal realizado en 1871 al maestro de obras Miguel Cía para levantar un kiosco de música con destino a los jardines de la Taconera.

Los kioscos de música que presidieron y todavía hoy presiden plazas, jardines y alamedas, constituyen una manifestación menor de la arquitectura del hierro, pero no por ello menos notable y atractiva. Su imagen nos retrotrae a un tiempo en parte perdido de grata relación ciudadana en torno al paseo, la música y las tertulias, cuando la ciudad respondía a una escala que tenía al hombre como referencia. Junto con los mercados y estaciones, los kioscos propiciaron la entrada del hierro en la ciudad, si bien no se trata de cubrir amplias superficies, sino de organizar la imagen de un templete sobre un zócalo y con una cubierta a modo de tornavoz. De esta manera, la resolución de problemas estéticos y acústicos se dan cita en una tipología que muestra un alto grado de variables, no tanto en el diseño del detalle como en la solución de la planta (circular, poligonal, oval), el tratamiento dado al zócalo, o la inclusión de elementos como bancos, escaleras o fuentes. Bien diseñados por los arquitectos municipales, bien inspirados o construidos sobre pedidos de catálogos franceses –como sucedió con buena parte del mobiliario urbano-, el kiosco de música se convertirá en un signo emblemático de los tiempos modernos, como ponen de manifiesto en una sucinta relación los de Oviedo, Gijón, Avilés, Burgos, Segovia, o Santiago de Compostela, todos ellos de finales del siglo XIX.
También Pamplona quiso contar con un kiosco de música en los jardines de la Taconera, como se deduce del encargo realizado al maestro de obras Miguel Cía, activo en la Pamplona del último tercio del siglo XIX y autor de un magnífico plano de la ciudad que firmó en 1866. El 31 de mayo de 1871, Cía presentaba tres modelos de kiosco para proceder a su selección; y aunque finalmente el Ayuntamiento acordó no ejecutar ninguno de ellos, su existencia pone de manifiesto las influencias externas asimiladas por nuestros artífices.

Así, el primer diseño (Fig. 1) estaba inspirado en el kiosco de San Sebastián, anterior evidentemente al actual de la Alameda del Boulevard, que fue construido en 1906 por el arquitecto zaragozano Ricardo Magdalena, uno de los máximos exponentes del historicismo y eclecticismo arquitectónico en España. De planta poligonal y con una superficie de 9 x 6 metros, quedaba elevado sobre una plataforma de piedra sillería con escalinata del mismo material; en su ejecución se emplearía madera recortada y cubierta de zinc, con una policromía de color gris, y su coste se estimaba en 24.000 reales, cantidad que podría verse reducida hasta los 18.500 en función de los materiales.
 

Miguel Cía. design nº 1 for the kiosk of the Taconera (file Municipal de Pamplona). 

Fig. 1. Miguel Cía. design nº 1 for the Taconera kiosk.
(file Municipal of Pamplona) 


The design marked with the number 2 (Fig. 2) imitated the kiosk of Bilbao, which perhaps we should identify with the one erected in the Biscayan capital in 1865 on the occasion of the visit of Queen Isabella II accompanied by the Prince of Asturias, the future monarch Alfonso XII. With a regular octagon shape of twelve meters in diameter, it was also mounted on an ashlar platform, and its structure was made of iron with a greater ornamental ornamentation, which was specified in the scrolls that decorated the spandrels of the pointed arches, and in the cresting that finished the set, finished in pinnacles and in motifs like a fleur-de-lis. For all these reasons, its value rose to 100,000 reales, although it was also possible to reduce its price. This octagonal model will have great acceptance in the kiosks built at this time, as evidenced by the kiosk of the Paseo del Bombé in Oviedo, designed in 1888 by Juan Miguel de la Guardia, which sample certain points of contact with the Pamplona design of Miguel Cía.


Miguel Cía. design nº 2 for the kiosk of the Taconera (file Municipal de Pamplona).

Fig. 2. Miguel Cía. design nº 2 for the Taconera kiosk.
(file Municipal de Pamplona)

 


Finally, the third design (Fig. 3) was "drawn on a whim", that is, without copying any existing model . It was configured as an eight-sided polygon, which could be either a quadrilateral or a regular octagon, with an area of 53 square meters. It was raised on a platform of a meter and a half high so that the music would dominate and the children could not climb on it easily; this platform was made of oak boards with horizontal grooves so that its interior could not be registered, but at the same time it allowed enough light to pass through to register the gas meter that was housed inside. On top of it was the kiosk itself, with a light structure and three meters high with straight feet and pine frame, oak boards pavement, oak and beech frieze and ornaments, and iron and zinc finishing, with a polychrome in white or light and dark red tones, characteristic colors of this construction subject . This kiosk, placed and prepared to be dismantled when desired, amounted to the amount of 14,000 reales de vellón.


Miguel Cía. design nº 3 for the kiosk of the Taconera (file Municipal de Pamplona).

Fig. 3. Miguel Cía. design nº 3 for the Taconera kiosk.
(file Municipal de Pamplona)

 

Although at this time the kiosk was not built according to the models proposed by Cía, photographs from the end of the 19th century show the existence of a kiosk at the northern end of the gardens (Fig. 4). A brief news item dated July 3, 1891 in the local press announced that "a bandstand for music is being built in the gardens of La Taconera". Undoubtedly it is the kiosk that appears in the images, in whose construction was used -always according to the press- the stone of the portico that covered the door of entrance to the building of the Municipal Alhóndiga or Discharge, in its facade oriented to the Paseo de Sarasate.


Kiosk in the Taconera Gardens

Fig. 4. Kiosk in the Taconera Gardens
 

In later references, in the municipal session of November 28, 1911, the municipal architect presented the budget of the cost of a new staircase for the kiosk of the gardens of the Taconera; and in May of 1928, the Commission of Promotion of the City council announced a remodeling of the "kiosk of music already old that exists in the walk of the Taconera". The kiosk remained standing until the middle of the 20th century, so that in the extraordinary session of the plenary session of the Executive Council of the City Council held on June 7, 1955, the expense of 11,830 pesetas was approved for the construction of a new kiosk for the Bosquecillo de la Taconera, awarded to Hijos de A. Zabalo.

 

bibliography
Larumbe Martín, M., El academicismo y la arquitectura del siglo XIX en Navarra, Pamplona, Government of Navarra, 1990.
Navascués Palacio, P., Spanish Architecture (1808-1914), Summa Artis. Historia General del Arte, vol. XXXV**, Madrid, Espasa Calpe, 1993.