C.61 - The case of the two peeping toms
"It is hereby declared proven that on 16 March 1994, at around 10 p.m., the accused Sergio G. T., aged 16 with no criminal record; Oscar G. T., aged 18 with no criminal record; and Oliver M. G., aged 17 with no criminal record, who were all at the home of Juan M. S., located at Avda. del País Valenciano núm. ...., ...., .... in the town of Cullera; [...] as a result of an argument, Oscar hit him [Juan] in the head with an iron bar, being seen and allowed by the other two defendants who were present. These blows caused him pericranial contused wounds, the duration of which required several medical assistance [...] leaving him with scars in the occipital region of 3 centimetres, right parietal region of 3 centimetres and left parietal region of 4 centimetres".
(STS 13 November 2001; pte. Abad Fernández; RJ 2001, 9702.)
Does anyone who only looks do anything?
I. Of the facts described, it should be noted how Óscar hit the victim several times with an iron bar on the head, in the presence of Sergio and Óliver, both minors. Juan was injured to varying degrees.
II. We are asked to analyse the criminal liability of Oscar, Sergio and Oliver. If the account of the facts is as reported - and without taking into account now the issues of retroactivity and applicable law at the time of the commission of the acts - the following can be said of each of the interveners:
II.1. Nada hay en el relato de hechos probados que permita dudar de la existencia de una conducta humana en los tres intervinientes. Por parte de Óscar, la existencia de una discusión, asestar unos golpes, abonan la presencia de una conducta humana como proceso humano susceptible de autocontrol.
Por lo que respecta a Óliver y Sergio, cabe destacar que el proceso en el que se ven inmersos constituye más bien una inactividad. Pero inactividad en la que ellos poseen autocontrol, pues bien pueden pasar a la acción. Dicha inactividad es humana y no meramente del hombre, y es, además, como se ha dicho, susceptible de autocontrol. Hay conducta humana en sentido jurídico-penal en ambos. Distinto es lo que pueda decirse de la tipicidad.
II.2. En cuanto a la tipicidad de la conducta de Óscar, es claro que el golpe con la barra de hierro es causal a los efectos de las heridas sufridas en la cabeza. A dicha conclusión se llega si se suprime mentalmente dicho elemento: desaparece el resultado lesivo (fórmula heurística de la condicio sine qua non). Dicho factor causal puede ser además valorado como un riesgo típicamente relevante desde el punto de vista del tipo de malos tratos, de lesiones e incluso de homicidio. En cuanto a la posibilidad de que constituya un riesgo típicamente relevante de homicidio (art. 138), habría que estar a la intensidad, dirección y repetición del golpe; pero en los hechos no se nos proporciona más información al respecto, por lo que nos centramos en su consideración como riesgo de lesiones. En efecto, los golpes constituyen un riesgo típicamente relevante en cuanto tipo de lesiones (art. 147.1), pues un instrumento contundente como ese, empleado contra la cabeza, genera a todas luces un peligro serio de causar heridas de consideración (art. 148). Por supuesto que además esos golpes constituyen un riesgo típico en cuanto al maltrato de obra (art. 147.3), pues encierran un contenido de molestar y vejar a quien los sufre.
Este último riesgo se tipifica como de mera actividad, por lo que la sola acción ya es típica como delito leve de maltrato. Con ello concluiría el análisis de la tipicidad objetiva de tal delito. En cambio, consideremos qué sucede con el golpe a los efectos del delito de lesiones, que es de resultado: como tal, exige la producción de un efecto que sea expresión del riesgo –de ese riesgo y no de otro– que porta la conducta. Podemos afirmar que el riesgo de lesiones que encierra el golpear a la víctima se ve realizado en el resultado, puesto que no hay interposición de ningún factor de riesgo adicional por parte de terceros ni de la propia víctima. La conducta de Óscar es, pues, objetivamente típica como delito de maltrato (art. 147.3) y lesiones con instrumento peligroso (art. 148.1.º).
Respecto a Óliver y Sergio, su inactividad no puede someterse a la regla heurística de la condicio sine que non, puesto que al ser una inactividad no hay un factor que pueda suprimirse mentalmente. Lo que sí cabe cuestionar es que, en ese contexto, su inactividad puede colmar el tipo de un delito omisivo. En concreto, se nos plantea la cuestión de si colma el tipo de un delito de omisión pura, o de si son responsables de las mismas lesiones que Óscar en comisión por omisión. Para afirmar la comisión por omisión es preciso que la omisión de la conducta sea idéntica estructural y valorativamente a la causación activa. Para ello no basta la mera existencia de un deber de actuar en razón de una peculiar relación del omitente (la llamada «posición de garante»), sino que se precisa que dicha posición dé lugar a una situación de dependencia entre el supuesto omitente y la víctima. Más en concreto, dicha dependencia se dará si el omitente se halla vinculado con la víctima en virtud de un compromiso específico y efectivo de actuar a modo de barrera de contención de riesgos erga omnes (Silva). Se trata, en definitiva, de que alguien haya asumido la función de obrar como tal barrera frente al riesgo, de modo que se produce el efecto de retirada de otros medios de protección por parte de terceros. Solo entonces podremos hablar de una identidad estructural y valorativa entre lesionar y dejar que se produzcan lesiones. En el caso en cuestión, la presencia de ambos no parece deberse a la existencia de un «compromiso» tal, sino a la mera eventualidad de acompañar a Óscar, que discute, y acaba golpeando a Juan. Es más, podemos imaginar que la víctima temería a su vez que los otros dos pudieran también golpearle. No puede hablarse por tanto de una comisión por omisión que les haga responsables de las lesiones ejecutadas por Óscar. Podría tratarse, en cambio, de un delito de omisión pura. Veámoslo.
Para afirmar la omisión pura es preciso, no la producción de un resultado, sino la mera inactividad ante una situación de peligro. En este caso, ambos permanecen «pasivos», mientras Óscar se dispone a golpear con la barra de hierro a Juan. Así, ante la inminencia del peligro, dejan de actuar en amparo de la eventual víctima. Según entiendo, se da la situación típica de existencia de un peligro inminente que les obliga a actuar en amparo de una persona. Ante la posibilidad de considerar la situación como de omisión de un deber de socorro (art. 195.1) o de uno de impedir determinados delitos, me inclino por considerarla como de este último género (art. 450.1), puesto que describe una situación más específica y precisa de peligro derivado de la comisión próxima de un delito contra la integridad física, como es el caso. Al tratarse de un tipo de omisión pura, este se ve colmado con la mera pasividad ante los golpes por parte de Óscar. La pasividad, por tanto, es típica objetivamente a los efectos del delito de omisión del deber de impedir determinados delitos (art. 450.1).
Examinemos si, además, las conductas de aquel y de estos son subjetivamente típicas. Por lo que respecta a los golpes propinados por el primero, toda persona normal tiene asumido, por experiencia propia (cualquiera se ha golpeado en la cabeza contra algo contundente y sabe de sus causas y consecuencias), que el empleo de una barra de hierro contra la cabeza de otra persona causará males graves, incluso mortales, si se repiten y son fuertes. No cabe, pues, dudar del dolo de la conducta de golpear, ni de golpear con tal instrumento. El riesgo que los tipos de malos tratos y de lesiones encierran se ve abarcado por la representación del agente, que no puede no saber que estaba lesionando de esa manera. Su conducta es, así, subjetivamente típica (dolosa) a los efectos de los delitos de lesiones y de malos tratos (arts. 147-148).
En cuanto a Óliver y Sergio, bastaría con que se representaran que existe un deber derivado de una situación de peligro para alguien –el riesgo del tipo de omisión del deber de impedir determinados delitos– y de que permanecen inactivos. Me parece posible afirmar que ambos se representan ese peligro si en el curso de la discusión ven empuñar a Óscar la barra de hierro y blandirla contra Juan. Caso de que se tratara de un ataque repentino e inopinado, ellos no se representarían el peligro exigido por el tipo (estarían en situación de error). Sin embargo, de los hechos no se deriva esta variante, pues se expresa que golpeó varias veces, por lo que, si no se representaron el primer golpe puesto que fue repentino, adquirirían entonces conciencia del peligro para el segundo golpe y los sucesivos. Además, una barra de hierro no parece ser un medio fácilmente ocultable, por lo que tendrían pronto conocimiento del peligro que se cernía sobre Juan. Su conducta es también típica en su faceta subjetiva (dolosa) en lo que respecta al delito de omisión del deber de impedir delitos (art. 450.1).
Art. 450.1 CP: "Anyone who, being able to do so with their immediate intervention and without risk to themselves or others, does not prevent the commission of a crime affecting people's life, integrity or health, freedom or sexual freedom...".
II.3. It could be argued on behalf of Oliver and Sergio that Oscar's older age and his leading role in the discussion put them in a position where they could not act without risk to their own person (cf. art. 450.1: "without risk to themselves or others"). If this were the case, the duty that we have stated in the typical statuswould disappear. However, nothing is said in the facts about such a status, but merely passivity is described. There is therefore a duty to act to prevent the crime. In addition, and for the same reason, it is not possible to speak of a statusof danger to themselves which they avoid by remaining passive. In other words, a state of necessity (collision of duties) due to a crisis between their own physical integrity and that of Juan, as nothing is said in the facts that they were in danger. The passivity of Oliver and Sergio is therefore unlawful. The same applies to the conduct of Óscar, of whom nothing is said that he was faced with an unlawful aggression, impossible to repel in any other way than by hitting Juan. Oscar's conduct is also unlawful.
One of the cases of omissions punished with the same penalty as active commission is already found in the Digest (although it cannot be said that in the Roman Criminal Lawcommission by omission had the same characteristics as today): "It is ordered in the Cornelian law that whoever adulterates a gold coin or casts a false silver coin, is subject to the penalty of counterfeiting. He who could have prevented such a crime, but did not do so, is also subject to the same penalty."(Digest, 48,10,9,1).
II.4 . As regards the culpability of the three participants, a distinction must be made. Both Oliver and Sergio are minors, so they are not considered to be guilty of their conduct: not because they are not free, but because the legislator decided to refer their legal treatment to the special field of Criminal Lawfor minors (Law on the criminal responsibility of minors). Sergio, on the other hand, is guilty. This is because he is of legal age and his imputability is not affected, insofar as he is a subject with access to the rules and is able to govern himself in accordance with them. Furthermore, he is aware of the specific rulewhich prohibits hitting, as no one can claim ignorance of this basic precept. Other conduct can be required of him, insofar as, in the case of a crime against physical integrity (injuries), he is not subject to pressure or coercion. Oscar is guilty.
II.5. In terms of punishability, it should be borne in mind that the penalty for the offence of assault and battery would absorb the penalty for the much lesser offence of ill-treatment.
III. In conclusion, Óscar would be liable for the crime of injury with dangerous instruments (art. 148), while Óliver and Sergio would not be criminally liable for the crime of omission of the duty to prevent certain crimes (art. 450.1), because they are minors, which does not prevent them from being subject to the security measures provided for in the criminal legislation for minors.
Why does the legislator in some cases require citizens to perform conduct on behalf of third parties? It is no longer a question of prohibited conduct (in which the rulesays: "it is forbidden to kill", "it is forbidden to injure"), but of prescribed conduct (in which the rulesays: "you must help", "you must act for the benefit of another") for reasons of intersubjective solidarity. In other words, they are required in order to guarantee relations between people as citizens. There are not many rules that prescribe such behaviour. However, there are many social situations in which someone is in danger, to which we as citizens must lend a helping hand financial aid: traffic accidents, attacks and assaults, babies, elderly people...
But not all cases of liability for omission are like this. In some cases, the existence of a particular relationship between persons means that some of them are especially called upon to help, to intervene, to act in favour of third parties in need. This particular relationship makes the obligee a person specifically called upon to avoid a harmful resultfor others. And if the obligee omits to do so, he may be charged with the production of the resultfor not having avoided it, and his omission may be punished with the same penalty as if he had actively caused the result. In these cases we speak of crimes of omission of result, or more precisely, of "crimes of commission by omission" or improper omission, in which the peculiar statusof the omitter makes him managerof not having avoided the resultwith a due conduct of protection or assurance. This peculiar statusin which the omitter finds himself is called the position of guarantor. And as we have already seen in C.61, in order to reject it, in certain cases the position of guarantor makes it possible to identify (note: not to equate or assimilate, but to identify) omission and active commission, i.e., it makes it possible to say that letting die is the same as killing.
In C.62 we can perceive how with respect to the wrongs suffered by the victim there is an active agent, and also one who assists in those harmful acts, but does not prevent them. There is a great difference between the structure present in C.61 and C.62: in both cases there is someone who witnesses impassively what someone else does (active blows), but in the first case there is not a peculiar relationship that obliges one to act by preventing result, but only obliges one to intervene in active protection, because one is a co-citizen in danger (reasons of inter-subjective solidarity). In the second case, the person who witnesses the blows inflicted by another is in a peculiar relationship that obliges him to intervene and prevent them. Note: to prevent the result, as this is a crime of result.