Antonio Aretxabala, Geologist, University of Navarra, Spain
Three seismic news. Lorca, L'Aquila and Torrevieja.
Otra vez los terremotos saltan a la actualidad con tres noticias: buena, regular y mala. Comencemos a la inversa. La mala es que acaba de salir a la luz una cuestión sobre Lorca que ya era conocida en los círculos de expertos: El ser humano es capaz de contribuir en la generación de terremotos catastróficos, la afirmación así es más correcta, porque ya son muchos los medios que equivocadamente han divulgado lo de Lorca como efecto exclusivo de la extracción de agua. No por ello deja de ser la noticia mala, pues incluso antes de los terremotos hubo quien se adelantó, con conocimiento de causa, a que los esfuerzos corticales derivados de tamaña extracción de agua subterránea (unos 250 m), añadidos a los propios tectónicos de una falla activa, podría adelantar la recurrenca de reajustes en zonas superficiales de la corteza, es decir, terremotos. Al poco de producirse la catástrofe también se oyeron esas voces, Miguel Doblas, geólogo del Instituto de Geociencias de Madrid fue de los primeros.
El equipo de la Universidad de Western Ontario encabezado por Pablo González, utilizó datos tomados desde satélite para ver cómo la deformación del terreno provocó el terremoto, ésta se podía correlacionar con los cambios de estrés en la corteza terrestre causados por una extracción desenfrenada de 250 metros del nivel de agua subterránea durante las cinco últimas décadas. Lorca había descendido casi dos metros en los últimos veinte años, a razón de quince centímetros por año, ésto se sabía desde 1995. Una vez más el ser humano aprende poco de las desgracias, pero ahora ya no es tan fácil poner una frontera entre las catástrofes naturales y las creadas por nosotros, o más correctamente: impulsadas. Desde 1995 las advertencias no fueron escuchadas; el año antes del terremoto una unidad móvil de la red sísmica nacional del IGN fue retirada en noviembre de 2010 de la zona porque la Falla de Alhama de Murcia no tenía actividad relevante, el presupuesto ya se había recortado. Era la peor de las situaciones, la falla no se movía, los continentes sí. Cinco meses después Lorca sufrió un impacto del que aún no se puede levantar.
La noticia regular se sitúa en l'Aquila. Siete expertos, geólogos, simólogos, funcionarios, son condenados a seis años de prisión, prohibición perpetua de ejercer cargos públicos y una indemnización de 450.000 euros por familia afectada; se les considera culpables de homicidio múltiple involuntario. Seis meses antes del sismo ml 5,8, hubo temblores que incluso sobrepasaron la magnitud ml 4. Los lugareños avisaron de ello en varias ocasiones muy atemorizados, la única respuesta que recibieron fue que mantuvieran la calma, que nada hacía sospechar peligro. La acusación es que se había realizado "una evaluación del peligro sísmico totalmente aproximada, genérica e ineficaz en relación a la actividad de la comisión y a los deberes de prevención y precisión del riesgo sísmico". Los habitantes de Abruzzo no tuvieron la suerte de los lorquinos, un sólo aviso lo suficientemente violento dos horas antes fue transcendental en Lorca, todos estaban asustados pero en la calle cuando el gran impacto golpeó a la ciudad del Sol, en L'Aquila eran las tres y media de la mañana y llevaban meses con temblores premonitorios, ya nadie les hacía caso, costó 309 vidas, 1.600 heridos, 70.000 sin techo y 3.000 millones de euros. L'Aquila ha venido siendo el espejo de Lorca, se miraba cuando quería sobreponerse, a los pocos días de la catástrofe ellos acababan de celebrar su segundo aniversario, todo eran quejas, malas gestiones, decenas de miles de personas seguían en tiendas de campaña, los lorquinos querían pensar que la mala gestión de Berlusconi no se repetiría en España. Un año después despertaron a la cruda realidad, era el tercer aniversario de l'Aquila y el primero de Lorca, nada había mejorado en la ciudad italiana, pero aquí podíamos empeorar cualquier cosa.
Europa, y concretamente España, carecen de equipos multidisciplinares de personas especializadas en la recuperación de regiones golpeadas por catástrofes: la resiliencia. El vehículo que hace capaz la materialización de semejante meta es siempre la cultura, los que trabajamos en ello lo sabemos desde hace mucho tiempo, pero la cultura se ve como un adorno de la sociedad, lo primero en lo que se recorta, algo superficial. La UME, es de una efectividad incontestable pero termina su trabajo a los pocos días; la labor de sobreponerse de toda una comunidad necesita de un entramado que va más allá de los parches iniciales y análisis de daños. Hay un terrible problema de subestimación de los impactos. No hay diálogo con los historiadores. Además, hay un problema de método de evaluación de los peligros, la sismicidad histórica es seleccionada de acuerdo a ciertos criterios como la aceleración básica o la intensidad, independientemente de la cercanía a un núcleo urbano hoy densamente poblado. El resultado es que no se revela el riesgo a quienes toman las decisiones, los administradores y los ciudadanos. Peor aún queda la cuestión para superarlo.
Aprender a sobreponerse a las catástrofes
Sin embargo España está repleta de ejemplos que han sabido sobreponerse a desgracias, Sanabria después de la catástrofe de Ribadelago, 144 muertos y cientos de desplazados y reubicados en 1959; hoy es una comarca que disfruta de una economía saneada y bollante recibiendo cerca de 700.000 visitantes anuales, el turismo científico basado en el lago glaciar y la cultura de la ecología son sus alicientes. Los mismos visitantes recibe Bilbao, en veinte años pasó de ser la ciudad sucia, insalubre, irrespirable, violenta y abandonada por excelencia, a la ciudad paradigma de la transformación alquímica, aparece en todas las guías internacionales del itinerario cultural español. Santander, la bella capital cultural estival española podría calificarse como "la pupas" de los siglos XIX y XX. Una cadena de negligencias provocó la explosión del mercante Machichaco con 51 toneladas de dinamita en 1893, arrasó media ciudad, costó cercade 600 vidas y más de 2.000 heridos, cuatro décadas después sería bombardeada por los temibles aviones de Hitler, la población ametrallada y la ciudad otra vez destrozada. En octubre de 1938 los bombardeos se combinan con un par de terremotos de grado VII y epicentro en el Alto Asón, las partes altas de la ciudad ven sus edificios tambalearse, y se rompen los cristales de las casas; en el Sardinero y en Peñacastillo es especialmente violento, en el centro se resquebrajan los inmuebles más viejos, la cruz de tres metros que coronaba la torre de los Jesuitas se dobla. Pero aún era poco, tres años después sufre el peor de los incendios que se recuerdan en España, la ciudad queda reducida a escombros, los buques repiten en Morse: S.O.S., Santander en llamas...
Más de 10.000 personas quedan sin trabajo ni hogar. La comarca del Asón presume hoy de albergar varias cuevas Patrimonio de la Humanidad (UNESCO). Pero hay muchos más ejemplos. Lo de Lorca no es un castigo divino, hemos perdido buena parte de la capacidad de sobreponernos a las adversidades. Pronto España entera lo tendrá que hacer. ¿Por qué las universidades europeas y en concreto las españolas aún no han desarrollado programas específicos de resiliencia? porque es en cultura donde se recorta primero, en el adorno de la sociedad.
Nos queda la buena noticia sísmica. Está en Torrevieja, concretamente en el colegio Virgen del Carmen y en un Ayuntamiento avispado con una iniciativa pionera: por fin se contempla la obligatoriedad de realizar simulacros y difusión de una cultura sísmica tan española como olvidada, primero en los colegios difundiéndola y luego a nivel municipal, toda la ciudad será adiestrada y realizará un gran simulacro, algo nunca visto en este país. El 21 de marzo de 1829, después de varios avisos, la tierra tembló con una intensidad tal que acabó con varios pueblos y ciudades de la zona, a este terremoto se le ha adjudicado un grado ml 6,6 y una destrucción de grado X; había quedado para siempre en la memoria española, hasta hace unos cien años, cuando entramos con Italia en el actual estado de amnesia sísmica. Hubo más de 200 réplicas, algunas acabaron de derribar lo poco que quedó, se habla de casi 400 muertos, más de 200 heridos y ruina total en más de 2.000 edificios. De las cuentas abiertas para ayudar a los damnificados, que alcanzaron una recaudación de ocho millones y medio de reales, se reconstruyeron totalmente los municipios de Almoradí, Benejúzar, Guardamar y Torrevieja. Así comenzaron los primeros planes urbanísticos anti-sísmicos prácticamente sin saber que se estaban haciendo, Torrevieja fue reconstruída en aquellas zonas en las que se observó que las edificaciones habían sufrido menos. El plano cuadriculado que aún a día de hoy presentan estas poblaciones es testigo de ello.
España entera deberá aprender a sobreponerse a las catástrofes, medioambientales, inundaciones, ciclones, terremotos, pero también políticas y sociales. El problema es esa falta de cultura ligada a la actual debilidad institucional. Los que trabajamos en la recuperación (resiliencia) de comunidades golpeadas seguiremos siendo considerados extraterrestres cuando afirmemos que es la cultura la mejor de las herramientas para sobreponerse. Sobre todo porque el panorama actual demuestra que el mayor grado de inseguridad en los hogares españoles ya no se debe a desastres naturales, terremotos o inundaciones, cuando acabe 2012 cerca de 180.000 desahucios se habrán consumado en España.